Ciudad de México, a 12 de diciembre de 2023.- Los delfines mulares, nariz de botella u hocico de botella, tienen la capacidad de detectar pequeños campos eléctricos, revelan estudios científicos.
Lo que se sabe desde hace tiempo sobre los tiburones y las rayas también lo han descubierto ahora los investigadores en experimentos de comportamiento con delfines mulares: los delfines (Tursiops truncatus) pueden percibir campos eléctricos de corriente continua y reaccionar en consecuencia.
Esto no solo les ayuda a buscar peces ocultos en el sedimento del fondo marino. También proporciona información importante sobre el comportamiento de orientación de los delfines mulares en los océanos del mundo, escribe un equipo de biólogos y físicos de Rostock y Nuremberg en el Journal of Experimental Biology.
Esta habilidad estaría conferida por los pequeños bigotes que tienen los delfines poco después de nacer, que pronto se caen, pero dejan unos pequeños hoyuelos. Éstos confieren a los delfines una habilidad especial.
Según el neurobiólogo Guido Dehnhardt, del Instituto de Biociencias de la Universidad de Rostock, los experimentos demuestran por primera vez que los delfines nariz de botella tienen una base sensorial que les permite utilizar el campo magnético terrestre para orientarse. Al menos, el potencial está ahí. "Es justo decir que los delfines tienen esta capacidad", afirma Dehnhardt.
El equipo de investigación está formado por el biólogo Tim Hüttner (Universidad de Rostock/Zoo de Núremberg), el físico Lars Miersch (Universidad de Rostock) y Lorenzo von Fersen, del Zoo de Núremberg, como autores principales.
La electrorrecepción ya se conoce en tiburones y rayas", afirma Dehnhardt. En mamíferos, la electrorrecepción se ha demostrado hasta ahora en el ornitorrinco, el equidna de pico corto y, en 2012, en el delfín de Guayana. Y ahora también en el delfín mular.
Los nuevos hallazgos se basan en experimentos realizados con los delfines "Dolly" y "Donna" en el zoo de Núremberg, que cría delfines desde 1971. En el delfinario, los animales aprendieron primero a nadar bajo el agua en un aparato experimental hecho de tubos de PVC para poder permanecer allí. Colocaban el hocico sobre una bandeja. Cuando recibían una señal eléctrica, se les decía que volvieran a salir del aparato. Si no había señal, debían esperar en el aparato al menos doce segundos. Las decisiones correctas se recompensaban siempre con un pez.
Los animales percibían los campos eléctricos a través de las llamadas fosas vibrisas, ricas en nervios, de la parte superior del pico. En los animales jóvenes hay pequeños bigotes táctiles (vibrisas) que les ayudan en la nada fácil tarea de encontrar la teta de su madre. Los experimentos también revelaron que Dolly y Donna reaccionaban de forma ligeramente distinta según la intensidad de los campos eléctricos. "Pero eso era marginal", dice Hüttner.