Animecha Kejtsïtakua: La espera de las ánimas en Uricho

Animecha Kejtsïtakua: La espera de las ánimas en Uricho
Animecha Kejtsïtakua: La espera de las ánimas en Uricho
Animecha Kejtsïtakua: La espera de las ánimas en Uricho
Animecha Kejtsïtakua: La espera de las ánimas en Uricho
Autor: Gabriela Pérez / Noventa Grados | Fecha: 1 de Noviembre de 2024 a las 20:19:39

Erongarícuaro, Michoacán, 1 de noviembre de 2024.- Las tradiciones, como la vida misma, se encuentran en constante cambio, lo que nuestros abuelos esperaban se mantuviera como sus padres les habían enseñado, ahora solo forma parte de lo que ellos recuerdan. Solo algunos vestigios de lo que era suyo ha quedado en las nuevas formas de vida, aún así, prevalece la esencia, la historia y la transmisión a las nuevas generaciones.

En la Animecha Kejtsïtakua, conocida también como noche de ánimas, se nos permite recordar que tenemos un pasado lleno de historia y hermosas tradiciones, y San Francisco Uricho aún puede contar la vida de sus antepasados y lo que dejaron antes de irse en esta bonita tradición, una que llena de nostalgia, pero también de alegría.

En Uricho, una de las comunidades de la ribera del lago, a pesar de ser pocas las familias que cuentan con hornos de barro, quienes lo conservan aún, los últimos días del mes de octubre se preparan para hacer “los monitos y caballitos” para las ofrendas, el pan tradicional de la comunidad preparado especialmente para esta fecha, recordando que años atrás era el único pan de la comunidad, y que desde entonces y hasta ahora, ha sido un verdadero manjar.

Anteriormente la gente se preparaba, acudía a cortar sus chayotes y calabazas para prepararlos para los altares y las ofrendas, ahora encontraremos afuera de algunas casas a las personas vendiendo estos alimentos para preparar la calabaza dulce con azúcar o piloncillo, o con miel natural de abeja. Actualmente, ya no salen los señores desde temprano o por las tardes a cazar los patos para ofrecerles a sus familiares que los visitan, pero sigue preparándose la comida que, en vida, disfrutaron: Elotes, chayotes cocidos, calabaza en dulce, y fruta como guayaba, míspero, mandarina, ciruela, entre otros alimentos que se encontrarán en los altares.

El último día del mes de octubre, las familias acuden a esas casas en las que esperan a sus familiares, con canasto en mano lleno de plátano, guayabas, y más fruta de la temporada, así como chayotes y velas, que son llevadas como ofrenda para los visitantes, tomando el momento como el espacio para recordar a quienes por años fueron parte de esta misma tradición, quienes dejaron este conocimiento entre las generaciones que avanzan y que vienen.

Pero entre tanta tradición, existe algo particular de esta bella comunidad, San Francisco Uricho, sus arcos monumentales. Este arco ha llegado a medir desde los 15 hasta los 25 metros de altura. A partir de la segunda o tercera semana de octubre, jóvenes y señores se encargarán de asistir al cerro comunal a bajar troncos y horcones para la elaboración de estas obras, esto con el permiso de los ejidatarios, además buscarán flores silvestres que les servirán para los amarres de los retablos y las flores. Actualmente esto se hace con camionetas o tractores, algo que no había en la comunidad años atrás por lo que hacían uso de carretas y yuntas.

Durante la noche y madrugada los hombres se preparaban para acudir a las casas del pueblo a cortar y “robar” la flor de cempasúchil de los cultivos que la gente preparaba para la fecha, ahora la flor es comprada en la comunidad de San Pedro Pareo con el recurso entregado por el gobierno, recurso que termina siendo insuficiente para los dos arcos elaborados en la comunicad, por lo que año con año, los jóvenes y señores encargados de este trabajo salen a tocar las puertas de las familias de la comunidad, pidiendo apoyo para material.

Durante toda la noche del 31 y la madrugada del 1 de noviembre un grupo de jóvenes y señores hacen el trabajo en el atrio y panteón, mientras que en algunas casas habrá un grupo pequeño que se encargará de hacer los retablos que colocarán en el centro del arco, todo acompañado del repicar de las campanas, mismas que guiarán a las ánimas a la comunidad.

Aproximadamente a las 7 de la mañana, una vez terminado el trabajo, se acercará gran parte de la comunidad, señores, jóvenes y niños, con la intención de ayudar a levantar el enorme y pesado arco mientras que las campanas no dejarán de repicar hasta haberlo levantado y sostenerlo bien sin riesgo de que este se venga abajo.

Una vez terminados y levantados ambos arcos, quienes se encargaron de elaborarlos pasarán a las casas donde ya esperan la visita de sus familiares difuntos, tocando las puertas y gritando: “Llegaron los Tatakeris”, con un guangoche colgando en donde colocarán la ofrenda que les ofrezcan por su labor. Los niños también pedirán “coperacha” con sus calaveritas hechas de calabaza y chilacayote y con su morral o bolsita.

Además de las misas del día primero para los niños o angelitos, la misa del día dos para los fieles difuntos o las almas de los adultos, y la ofrenda que se hace el día dos por la tarde en el panteón y por la noche en el atrio, se realiza algo que también se ha hecho desde años atrás.

San Francisco, el santo patrón de la comunidad, baja por única ocasión de su nicho para que tanto chicos y grandes tengan la oportunidad de acercarse a pedir por su familia y agradecerle las bendiciones obtenidas, pero, sobre todo, para cubrir con su manto a quienes quieran hacerlo, para pedirle su protección en todo momento.

 Anteriormente se hacía en mayor medida con los niños y niñas, pero con el tiempo, se ha hecho también con los adultos, incluso se han acercado personas ajenas a la comunidad. Un momento en que la gente grande puede acercarse y hablarle en su lengua materna, purépecha.

Importante mencionar que, durante los días de preparación para este encuentro, días antes de terminar octubre y previo a la visita de las ánimas, los habitantes mencionan que las escuchan llegar. Con ruido de personas platicando, pasos cerca de las calles, la gente del pueblo dentro de estas mismas creencias que forman parte de la identidad, aseguran que son los visitantes que van llegando al que una vez fue su hogar.

Uricho, una comunidad que intenta sobrevivir ante la modernidad que comienza a consumir la tradición, donde se ha ido introduciendo una cultura ajena que invade el lugar, un pueblo que se prepara para seguir conservando su cultura y esta celebración milenaria. Una comunidad que cuentan con un pasado, una historia de lo que fue y de lo que ahora es la celebración de noche de ánimas.

Estas fechas significan un momento de contacto con las almas y el recuerdo de aquellos que se adelantaron en el camino de esta vida terrenal, se debe preservar y cuidar respetando a quienes viven desde sus corazones esta bonita celebración, una celebración reconocida a nivel mundial.

 

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