Nuuk, Groenlandia, a 13 de enero de 2025.- Hay indicadores que señalan a Dinamarca como uno de los países más tranquilos del mundo, pero justo ahora es quizá uno de los más nerviosos del orbe, porque la inminente llegada de Donald Trump viene con amenazas a su integridad.
La cuestión es que Dinamarca, al igual que Países Bajos, es un reino constituyente, un esquema donde varios estados integran a la nación y que en el caso danés tiene a tres participantes: la propia Dinamarca, Islas Feroe y Groenlandia, siendo esta última un objetivo del millonario estadounidense.
De hecho, el ministro de Asuntos Exteriores, Lars Løkke Rasmussen, mencionó que las amenazas del republicano son algo que se han tomado “muy, muy en serio”. Pero, en coincidencia con el carácter introvertido de su país, dijo que el gobierno no tiene “ninguna ambición de intensificar una guerra de palabras”, por lo que estarán en cautela.
Hasta pareciera como si la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, supiera del dicho mexicano perro que ladra no muerde, porque le restó importancia a la amenaza de Trump de que Estados Unidos usaría su fuerza militar para agandallarse Groenlandia. “No tengo la fantasía de imaginar que alguna vez lleguemos a eso”.
Donald Trump ha dicho que quiere adquirir Groenlandia y castigar a Dinamarca con altos aranceles si se interpone, pero Lars Sandahl Sorensen, director ejecutivo de la patronal Industria Danesa, mencionó que existen razones para mantener la calma “nadie tiene interés en una guerra comercial”.
Pero esto es la apariencia de una calma nerviosa, porque se celebrado reuniones de alto nivel en la capital danesa, Copenhague, donde desde luego estuvo el primer ministro de Groenlandia, Mute Egede.
Es de recordar también que los groenlandeses no sólo tienen a un primer ministro sino incluso un parlamento e incluso han manifestado simpatía por la plena independencia y existe un creciente interés entre los jóvenes en la cultura e historia ancestral de su país, por lo cual un panorama donde dejen de pertenecer al reino danés para ser agregados por Estados Unidos no parece una opción muy popular.
Incluso la propia Mette Frederiksen ha dicho que Groenlandia “pertenece a los groenlandeses… y son los propios groenlandeses los que tienen que definir su futuro”. De cierta forma la secunda Mute Egede, quien externó que el territorio groenlandés debería liberarse de “las cadenas del colonialismo”.