Morelia, Michoacán, a 22 de mayo de 2024.- ¿Quién va a ganar el 2 de junio? A ciencia cierta no lo sé, por más que las encuestas pagadas de un lado y del otro digan esto y aquello. Lo que sí tengo muy claro es que por primera vez en la historia México tendrá una presidenta. Y para saber eso no hay que ser pitoniso, está más claro que el canto del gallo pelón de mi Tío Chicho, porque lo que es el candidatillo, ese no pasa de ser una triste e indigna comparsa de la candidata del partido oficial.
Lo que también es una evidencia del tamaño del Punhuato es que sea la que sea la presidenta, tendrá un paquetote muy cañón, porque recibirá un país en quiebra, en ruinas y asfixiado por la deuda externa, la que durante este sexenio creció como nunca antes, amén de muy polarizado por la insensatez (para decirlo decentemente) del candidato eterno de la mañanera.
Si Xóchilt gana podrá firmar alianzas con Estados Unidos, la Comunidad Económica Europea y los grandes inversionistas de casi todo el mundo para reconstruir a México. Si Claudia es la triunfadora, tendrá que pintar su raya y realizar inmediatamente el despeje, sin temor al grito homofóbico, para tratar de resarcir daños lo más rápido posible, porque lo que más le urgirá será mostrarse como la dueña del teatrino y no como un simple personaje en escena.
Ni Xóchilt, ni Claudia llenan mis expectativas como elector, eso es verdad. Aunque ciertamente emitiré un voto muy razonado por una de las dos, ya que soy uno de los millones de mexicanos que no comulgamos con partido alguno, sin embargo, sabemos que hay que ejercer nuestro derecho a sufragar.
Pero... Tengo mis dudas con respecto a que la una o la otra tenga la personalidad y el carácter suficientemente sólidos para poder lidiar con el ejército, el otro gobierno y los poderes fácticos, que los hay muy poderosos en nuestro país.
Esa duda mía no es una duda intrascendente, al contrario, porque Xóchilt o Claudia, se verá obligada a negociar con Dios y con el Diablo, para poder gobernar y sacar al buey de la barranca, que es decir a México del atolladero.
¿Quién va a ganar? Insisto que no lo sé. Yo quiero que gane México, eso es lo que quiero, y solamente hay una candidata que me hace pensar que ella también quiere lo mismo, la otra no, porque está tan enajenada que ni siquiera habla por sí misma, no deja ver sus ideas propias y es una simple subordinada del sátrapa del Palacio Nacional.
Sin embargo, me quedaría la esperanza de que, si la que ni siquiera tiene otros datos resulta triunfadora, no querrá pasar a la historia como la primera gran pelele con la banda presidencial en el pecho. No, no creo que eso quiera, lo que me hace pensar que también ella mandaría al mañanero mucho a La Chingada.
Mi voto está decidido y es para la que no se permite subordinarse ni a hombre, ni a mujer; para la que es una especie de luz al final del túnel, para la que, como yo, siempre ha sido apartidista; para la que no nació en pañales de seda, es más mexicana que los nopales y no se le ha podido demostrar corruptela alguna. Para ella será mi voto, pero no sé si ganará, sin embargo, si el triunfo es suyo, el triunfo será de México. Así sea.
*Ilustración: Anáhuac México