Tzintzuntzan, en un domingo dominguero con ojos de turista

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Tzintzuntzan, en un domingo dominguero con ojos de turista
Tzintzuntzan, en un domingo dominguero con ojos de turista
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Tzintzuntzan, en un domingo dominguero con ojos de turista
Tzintzuntzan, en un domingo dominguero con ojos de turista
Tzintzuntzan, en un domingo dominguero con ojos de turista
Autor: Óscar Tapia Campos/ Noventa Grados | Fecha: 9 de Septiembre de 2019 a las 08:49:00

Tzintzuntzan, Mich., 9 de septiembre de 2019.- Tzintzuntzan, la antigua capital del señorío tarasco, permanece estoica a la orilla del Lago. Es hoy día un destino turístico de singularidades que hablan de un pasado brillante, pero también de una actualidad pujante. Su gente no se ha quedado a contemplar el paso del tiempo, antes bien se activa con la salida de Tata Juriata y, al anochecer, bajo el hechizo de Nana Cutzi le da rienda suelta a su imaginación.

Ayer salí con ojos de turista y fui a la cotidianidad de Tzintzuntzan. Era domingo dominguero de fiesta y celebración, porque los tarascos de hoy son devotos y respetuosos de sus tradiciones y costumbres, esas que heredaron como parte del sincretismo religioso que se dio en los años idos.

Por eso encontré su hermoso Atrio de los Olivos, perteneciente éste al templo de San Francisco, nutrido de lugareños que acudieron salerosos y emotivos como cada ocho días. Afuera también era un ir y venir de pueblerinos y turistas nacionales y extranjeros, el bullicio era grande, mas todo en orden, dentro de los equilibrios, al centro del regocijo.

Sin prisas me introduje al mercado y pude maravillarme con lo que de imaginería, inventiva y creatividad de los tarascos de hoy se puede disfrutar allí.  Un sinfín de formas y colores me hablaron de un pueblo de artistas, un pueblo que invierte horas, laboriosidad y paciencia para “dar vida” a la vida y a la muerte, porque para ellos todo es manantial de ideas, venero de propuestas, fuente de inspiración.

Todo, por eso su mercado artesanal es un asalto a nuestra capacidad de asombro, porque la chuspata, el barro, la madera, la tela y el hilo los rencuentra uno por doquier como canasto, colguije, sombrero, esfera, loza, figura animal, escultura, servilleta, mantel, colcha, guanengo y transformados en mil productos más que colorean la mirada y animan el espíritu.

Tzintzuntzan, vocablo tarasco que traducido al español significa Lugar de Colibríes, se localiza a escasa media hora de Morelia, por la carretera que va a Pátzcuaro, mas en Tzurumútaro se da vuelta a la derecha, rumbo a Quiroga.

Sí, ayer salí con ojos de turista y me fui a nutrirme de las formas y los colores que surgen de la imaginería, inventiva y creatividad de los tarascos de hoy, mismos que están perfectamente representados en la variedad artesanal que se oferta en Tzintzuntzan. Fue enriquecedor. Así sea.

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